Mans de Samsó 2009, cariñena centenaria
Para hablar del vino que hoy nos ocupa debemos retroceder 100 años, cuando Joan Rofes, heredero de la Casa Gabriel de Darmós, plantó viña para elaborar su propio vino. Y es que de esta viña, que cuida aplicando métodos ecológicos y biodinámicos Josep Maria Anguera, descendiente de Joan Rofes, brota Mans de Samsó 2009 (Vinyes d’en Gabriel, DO Montsant).
Decíamos que “brota”, pero esto sólo es un decir, ya que esta viña centenaria de cariñena (o samsó, como también se denomina a esta variedad en la comarca) es de producción muy escasa. De hecho, de este vino no se suelen elaborar más de 1.000 botellas. Como contrapartida a esta escasa producción, esta viña proporciona un fruto de una calidad extraordinaria.
Mans de Samsó no es una rareza por estar elaborado íntegramente con cariñena -seguramente alguno más os recomendaremos en éste blog-, pero sí fue uno de los precursores de la DO Montsant a ceder todo el protagonismo del vino a esta variedad. Y eso, en cierto modo, implicaba un riesgo, dado que no es nada fácil elaborar con cariñena vinos monovarietales.
Con todo, Josep Maria Anguera – y aquí añadimos Joan Rofes y su viña centenaria- se lucieron, como reconoció La Guia de Vinss 2012 escogiendo Mans de Samsó como mejor vino catalán.
Expuestos estos antecedentes, que esperamos hayan despertado vuestro interés , nos centramos ya en el vino en la copa. Mans de Samsó es un vino que destaca por la potencia y, al mismo tiempo, por la finura y la elegancia aromática que transmite. Y reunir en un vino estas cualidades, a priori antagónicas, es tarea que no está al alcance de cualquiera. Dicho esto, que no es poco, proseguimos hablando de su estructura, la persistencia final y una excelente acidez que le augura larga vida.
Mans de Samsó 2009 es, en nuestra opinión, un vino que expresa honestamente y de manera brillante la tipicidad varietal de la cariñena. Es un vino de color y aromas intensos, con predominio de frutas negras y tonos balsámicos, y recuerdos a hierbas mediterráneas.
Y no sólo eso, es un vino con historia, que nos conecta con el pasado y rinde, más de 100 años después, tributo a los que en su día, como Joan Rofes, plantaron viñedos.
Vale la pena tenerlo presente cuando lo tengamos delante.