De turismo y cultura de vino, de envidia e ilusión
El aumento del turismo en el Priorat en los últimos años, del que podemos dar fe desde nuestros establecimientos de Falset, ha sido sin duda uno de los efectos más positivos del resurgir vitivinícola de la comarca. Hoy en día, según los datos de 2013 facilitados por la Oficina de Turismo del Priorat, el vino, la gastronomía y el descubrimiento del paisaje y el entorno natural son las motivaciones principales de los turistas que visitan el Priorat, tanto catalanes (63%) , como del resto del estado (11%), como extranjeros (26%).
Nosotros, que tratamos con turistas de nacionalidades muy diversas, podemos decir que el francés, el turista extranjero que más visita el Priorato (la proximidad geográfica es una causa), nos despierta cierto sentimiento de envidia (sana) y de ilusión. Lo explicamos rápido.
La envidia (sana)
Empezamos por la envidia. El turista francés que pasa por nuestros establecimientos transpira cultura de vino. La arraigada tradición vitivinícola de su país se evidencia rápidamente. Se nota que les gusta, que entienden y que quieren saber más. Demuestran conocimiento del territorio, son abiertos al diálogo y a las recomendaciones que les podamos hacer, quieren probar y descubrir.
Y preguntan, preguntan mucho. Y no nos referimos a si un vino está más o menos bueno. Nos referimos a qué variedades intervienen en la mezcla, como fue la añada en cuestión, si se trata de un vino para consumir ahora o si hay que tener paciencia para que se muestre en todo su esplendor, ¿cuál sería un buen maridaje?, ¿qué diferencias puede haber y por qué motivos con otro vino en el que también están interesados?…
Y, además, también dan su opinión, demostrando como decíamos, que les gusta, que entienden y que quieren saber más. En fin, envidia bien entendida.
La ilusión
Hablemos ahora de esa sensación de ilusión que también nos genera el turista francés. O mejor dicho, la sensación de ilusión nos la genera el turista catalán, que parece seguir el camino del francés.
En los últimos años, el nivel de conocimiento del mundo del vino entre el consumidor catalán también ha ido en aumento. Cada vez más, nos toca contar menos cosas básicas y centrarnos en aspectos más avanzados. Terroir y taninos, por ejemplo, han dejado de ser palabras desconocidas para muchos de ellos. Además, son curiosos, también les gusta preguntar, y lo hacen sobre una base de conocimiento cada vez más sólida.
Llevamos años detrás del mostrador (como se suele decir), un lugar privilegiado para captar modas y tendencias. Y esperamos (creemos que será así) que en el caso del turista y el consumidor catalán el interés por el mundo del vino seguirá creciendo. Es cierto que queda todavía mucho camino por recorrer, el nivel del turista francés aún no está a nuestro alcance. Pero siempre decimos que el vino atrapa, y que cuando uno se adentra, como es nuestro caso, se vuelve curioso, siempre quiere saber más, probar más. Este es el camino que, ojalá, sigamos recorriendo.