Albert Costa de Vall Llach: "Si queremos que el Priorat siga adelante, el agricultor debe ganarse bien la vida y tenemos que hacer vinos exclusivos"
Entrevistamos al enólogo Albert Costa, al frente del Celler Vall-Llach, el proyecto que iniciaron en Porrera como socios su padre, Enric Costa, notario de oficio, y el cantautor Lluís Llach. En esta conversación, hacemos un repaso a los 25 años de la bodega, hablamos de los vinos de finca y nos preguntamos hacia dónde van los vinos del Priorat.
En 2021 se cumplirán 25 años del inicio del proyecto de Celler Vall-Llach. ¿Qué perspectiva le da esto?
Hay que tener en cuenta que el afán de los dos fundadores de Vall-Llach, mi padre y Lluís Llach, siempre fue social. Es la historia de un notario y un cantante abstemios que deciden fundar una bodega ni como hobby ni como negocio, sino con voluntad de contribuir a que la economía de Porrera resurgiera. Han pasado 25 años, y seguimos teniendo bien presente esta filosofía. Es por ello que seguimos impulsando proyectos sociales como los vinos que hemos dedicado a tres mujeres de Porrera, y que nos permite destinar dinero a la gente mayor del pueblo. Esta es una de las patas que sustenta el Celler Vall-Llach.
¿Y las demás?
El segundo gran objetivo es elemental: queremos poner estas viñas centenarias que tenemos en el Priorat dentro de una botella y con la máxima calidad. En este sentido, los 25 años nos han hecho aprender mucho. Hemos aprendido de los agricultores, de la gente de Porrera, pero también de la observación permanente de las viñas viejas, que nos ha permitido ir afinando más los vinos y conseguir que sean testigos fieles de la viña y la tierra que las vio nacer.
Esto implica reforzar cada vez más los vinos de villa, de finca o de parcela, ¿Es así, no?
Sí, exactamente. Cuando mi padre y Lluís iniciaron el proyecto, compraron muchas viñas viejas pero sin saber qué nos aportaba cada una y mezclándolas todas en el vino Vall-Llach clásico. En cambio, hoy en día, con la perspectiva que te da el tiempo, lo que también hemos hecho es elaborar un Vino de villa de Porrera, Mas de la Rosa y otros vinos que están en camino estrechamente vinculados a un lugar, un paraje o una finca determinada.
El mundo del vino requiere tiempo para conocer tu propia tierra, no lo sabes todo ni en un año ni en cinco...
Es así. Yo recuerdo que, al principio del proyecto, cuando yo tenía 15 o 16 años, la enóloga de Cims de Porrera era Sara Pérez, y un día me dijo: "hasta que no entendamos los viñedos, no podremos hacer un vino de calidad de aquella finca". Y es eso. A los viñedos, se los debe observar, debemos aprender y, finalmente, entender qué te pueden dar y qué vino puedes hacer.
¿Desde este punto de vista, su vino de finca Mas de la Rosa sería el buque insignia?
Sí. Mas de la Rosa es un vino muy especial para nosotros, ya que proviene de una finca que compramos a mediados de los noventa a una mujer llamada Carmen Bargalló y que caminaba 10 kilómetros cada día para cuidar un viñedo que tiene una pendiente del 80%. En ese momento, las viñas viejas tenían poco valor, y Lluís la compró después de que la señora, que era muy mayor, se le pidiera casi como un favor. La señora amaba aquella viña y sobre todo lo que quería era garantizarse que la finca seguiría cultivada y cuidada.
Y Lluís Llach se lo prometió...
No sólo eso, sino que le prometió que un año que fuera muy bueno, pondríamos en una botella sólo el vino de su finca. Y eso es justamente lo que ocurrió en 2010 cuando embotellamos por primera vez Mas de la Rosa, que ahora es un vino de finca reconocido. En definitiva, pienso que esta es una buena muestra de la evolución que ha seguido el Priorat durante estos 25 años.
¿En qué sentido?
En el sentido de que hace 25 años teníamos tortícolis hacia Burdeos, y ahora la tenemos hacia la Borgoña.
¿Tortícolis?
Quiero decir que antes queríamos hacer vinos como Burdeos: muy corpulentos, con mucha extracción de piel y utilizando variedades como la merlot, cabernet o el syrah. En cambio, ahora todos tratamos de hacer vinos más finos, y con poca extracción de piel, como la Borgoña, donde además, y esto es fundamental, el nombre de la botella es el nombre de la viña de donde provienen. Esto en Burdeos no pasa tanto, donde lo más importante es el nombre del chateaux y del elaborador, que es la misma filosofía que aquí, hace 25 años, adoptaron los Closos.
¿Y podrá haber dos vinos que compartan nombre porque provienen del mismo paraje?
Exactamente. De hecho, esto ya pasa a la DOCa Priorat. Ahora mismo hay dos vinos que se llaman Mas de la Rosa porque provienen del mismo paraje, pero tienen el apellido diferente. Uno de los vinos es Mas de la Rosa del Celler Vall-Llach, y el otro es Mas de la Rosa de Torres.
¿Esta es la vía para que el Priorat siga jugando en la liga de los vinos exclusivos?
Sí, totalmente. El Priorat debe hacer vinos exclusivos por una razón muy básica: si queremos que el Priorat siga adelante, el agricultor debe ganarse bien la vida. Te pondré un ejemplo: Mas de la Rosa tiene 15.000 cepas que sólo producen 2.500 kilos. Esto significa que de cada 7 plantas, hago un kilo de uva... Si este kilo de uva no lo pagamos al precio que realmente se merece el campesino, esta clase de viñedos acabarán abandonados. En definitiva, para que el campesino se gane bien la vida y conservemos debidamente las viñas viejas de costero, necesitamos elaborar vinos exclusivos.