Àngel Teixidó, enólogo: “La actual tendencia de los vinos afrutados tiene mucho que ver con razones económicas”
Es uno de los enólogos más reconocidos de la comarca del Priorat, en el fondo, es uno de los más veteranos. Desde hace 24 años es uno de los pilares del Celler de Capçanes, aunque comenzó a hacer de enólogo en la comarca del Priorat en 1979. Recientemente, la DO Montsant lo ha distinguido con uno de sus premios: “el premio a la elaboración impecable”.
¿Desde que empezaste a hacer de enólogo en la comarca del Priorat en los años setenta, qué es lo que has visto cambiar más?
Es obvio que se ha mejorado muchísimo con respecto a la calidad de las elaboraciones. Ha habido un cambio inmenso. Pero lo que es realmente curioso, desde mi punto de vista, es que los cambios son cíclicos y cada equis años se repite el estilo de vinos, etcétera.
¿En qué sentido?
Ahora, por ejemplo, volvemos a valorar los vinos afrutados, sin mucha madera, que sean poco ácidos, golosos… Y a finales de los años setenta y principios de los ochenta, cuando yo empecé, estos eran justamente los vinos que estaban de moda. En aquella época, yo recuerdo gente que si veía que tenías una bota en la bodega, te decía que la tiraras, que no la necesitabas para nada.
Es verdad que ahora todo el mundo vuelve a decir que hay que hacer vinos con la mínima madera.
Exactamente. Es lo mismo que se decía hace cuarenta años. Por tanto, hay que ser conscientes ahora mismo que estamos en un momento de cambio en la tendencia de moda y que, posiblemente, tenemos que repescar cosas que hacíamos en los años setenta, cuando los vinos afrutados eran lo que se llevaban.
¿Y a qué responde este cambio de tendencia? ¿Cómo se lo explica?
A mí me parece evidente que es un cambio de tendencia que tiene mucho que ver con razones estrictamente económicas. En un momento de crisis, todo el mundo (y hablo de las bodegas, las redes de distribución, la publicidad, el consumidor, etcétera) quiere vinos más económicos, tanto desde un punto de vista productivo como de coste final. Y la manera de conseguir unos vinos más económicos es que los tengas menos tiempo envejeciendo en madera.
Se trata de invertir menos tiempo y dinero en el proceso…
Naturalmente. Y el problema que ahora tenemos es que este cambio también implica transformar algunas maneras de trabajar tanto en la bodega como en la campo, y esto quiere decir que le tienes que decir al campesino que para hacer vinos más afrutados necesitamos que la rapa de la uva no esté verde, sino que ya amarillee y esté madura.
¿Esto quiere decir que tocará cambiar de hábitos en la vendimia?
Todos tenemos que cambiar cosas, en el campo y en la bodega. No hay otro remedio que ir cambiando el chip según las tendencias del mercado. Otra cosa es que haya bodegas que se puedan permitir la apuesta de hacer siempre unos vinos de estilo muy determinado, y que no modifiquen nada su línea. O que haya bodegas que mantengan unos determinados vinos de un estilo y experimenten con otros. Pero siempre está bien que seas consciente de las tendencias del mercado.
Cada bodega tiene que decidir cuál es su línea y qué le interesa más.
Evidentemente, pero yo también pienso que siempre es bueno que los enólogos queramos experimentar y que no paremos nunca de buscar, porque este espíritu de investigación hace que conozcas mejor tu propia tierra, tu uvas, tus vinos y que, en ocasiones, puedas encontrarte joyas que si siempre haces lo mismo, difícilmente descubrirás.
¿Hay vinos de los años setenta en la comarca que encajarían bien con los vinos afrutados que ahora reclama el mercado?
¡Por supuesto! Hace poco se hizo una cata de vinos de Cellers d’Scaladei, y es el tipo de vino que ahora queremos volver a elaborar. Es por eso que digo que hay que volver a preguntarse cómo se elaboraban aquellos vinos, porque nos interesa saberlo.