La Garnacha del Po, 200 cepas indultadas y un vino algo más que único
Hoy en el blog os hablaremos de una “rareza” (en el buen sentido). Podríamos deciros que es un vino único, pero teníamos la sensación de que sólo con “único” quizás nos quedaríamos cortos. Ahora lo entenderéis.
¿Habíais oído hablar de la Garnacha del Po? Probablemente no, ya que ni la propia bodega, hasta hace pocos años, tampoco tenía constancia de ella. El hecho es que los hermanos Sabaté, Rubén y el Josep Maria, almas del proyecto Clos 93, tenían y tienen una pequeña viña, la de su tío, de no más de 200 cepas. Esta viña de “garnacha”, sin embargo, presenta una hoja y un fruto algo diferentes y, además, madura casi un par de meses después que el resto de garnachas. De hecho, la suelen vendimiar a finales de octubre!
Así es que, dadas las circunstancias, los hermanos Sabaté decidieron indagar sobre qué era realmente lo que tenían. Los estudios y las microvinificaciones que conjuntamente con la DOCa Priorat y el INCAVI han hecho en los últimos años, y que aún prosiguen, les han descubierto la verdadera joya de la que son poseedores: las últimas cepas de Garntaxa del Po, un clon de garnacha de la que ya hablaban los monjes cartujos, como consta en unos manuscritos que se conservan en el Museo de Historia de Madrid.
De Garnacha del Po no hay en ningún otro lugar. Y no hay porque en el Priorat, y debido a la falta de maduración y al hecho de que no fuera excesivamente productiva, toda la que había fue arrancada hace ya muchos años. Bendito el tío del Rubén y Josep Maria por indultar estas 200 cepas!
No hace mucho Clos 93 ha sacado al mercado la primera añada, la 2013, de este vino “raro” y “único” que, como no podía ser de otra manera, se llama Garnacha del Po. Son 124 botellas, ni una más ni una menos. Y tan pronto como las han sacado a la venta, se las han quitado de las manos (como nosotros, que ya tenemos unas cuantas en la tienda, y alguna que otra bien guardada).
¿Y cómo es esta garnacha del Po? Los hermanos Sabaté la definen como “salvaje”. Por este motivo han optado por mostrarla tal como es. No le han hecho ningúna crianza en barrica, sino que el único envejecimiento ha sido de 24 meses en botella, y a 1,80 metros bajo tierra. Sí (lo habéis leído bien) bajo tierra, porque a esta profundidad las condiciones de temperatura, humedad y presión son constantes. De hecho, y para asegurarse de que esto de la crianza bajo tierra le ha ido bien al vino, dejaron unas botellas en la bodega para poderlo verificar. Y así ha sido, otro acierto.
Llegados a este punto, definirlo como “raro”, “único” y, incluso, “exclusivo”, no es gratuito.
Qué suerte quien pueda tener entre las manos una copa de este vino, ¿verdad? Pues estad atentos. En Vins i Olis del Priorat estamos preparando una cata.