Cata vertical de Clos Nelin en Aguiló Vinatería: todo un lujo
Una veintena de personas (entre las que se encontraban restauradores, amantes y profesionales del mundo del vino) participaron anoche en Aguiló Vinatería en una cata excepcional: una vertical de Clos Nelin, dirigida personalmente por uno de sus creadores, René Barbier. La cata fue un viaje sensorial a través de este blanco DOCa Priorat desde el año 2008 hasta el 2013. La principal conclusión es que, indiscutiblemente, Clos Nelin es un blanco de guarda, que envejece a las mil maravillas.
René Barbier habla de Clos Nelin como de un vino “que me ha dado grandes satisfacciones”, dada “mi relación con las variedades blancas del Priorat, y cómo han ido evolucionando con el paso del tiempo”. De esta manera, el primer Clos Nelin, del año 1999, partía de una concepción del vino blanco “más francesa” y, paulatinamente, ha ido dando paso a un vino que explora la potencialidad de las variedades blancas autóctonas en el terroir prioratino. Dicho de otro modo, la garnacha blanca es la variedad que siempre ha predominado en Clos Nelin, pero el paso de los años ha servido para que variedades autóctonas y muy desconocidas, como es el caso de la escanyavelles, hayan ganado presencia. La garnacha blanca es la estrella de este vino, pero como intérpretes secundarios hay un abanico de variedades, según la añada, que van desde el macabeo al Pedro Ximénes, pasando por el pinot noir o el viognier. Hasta ocho variedades diferentes pueden darse cita en Clos Nelin, junto a la garnacha blanca crecida sobre la pizarra prioratina.
“En el caso de la escanyavelles, por ejemplo, es una variedad que yo mismo estoy descubriendo a través de este vino porque no tengo ningún problema en reconocer que hace unos años no sabía qué era”, explica Barbier. De hecho, Barbier cree que “todavía hay algunas variedades que no sabemos qué son exactamente porque, tradicionalmente, se han identificado de manera genérica como garnacha blanca”. De ahí que el concepto de Clos Nelin (como un vino con potencia, cuerpo y carnosidad) siga vivo, y que sea una realidad enológica aún en plena evolución, siempre con la idea de hacer un vino blanco de expresión que supere todos los tópicos más arraigados que pontifican como deben ser los vinos blancos.