Cuando se pagaba con vino

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02/05/2015

En 1848, uno de los geógrafos más destacados del siglo XIX en España, Pascual Madoz, publicó su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Una obra fantástica, bastíssima, donde este geógrafo y político liberal describe los lugares de la geografía ibérica, uno por uno, e introduce conceptos de geografía humana y social muy interesantes, a la manera de los encicliopedistes ilustrados franceses. Madoz, en su obra, no se olvidó, lógicamente, ni de Falset ni de la comarca del Priorat y documentó como era del todo habitual que los jornaleros recibieran cada día, como parte de la paga, dos litros de vino para pasar la jornada de trabajo. Dice más cosas Madoz al respecto. En la página 512 de su Diccionario añade: “El diario del trabajador agrícola es de 4 a 5 reales diarios, y el del artesano, de 8 reales, entenidéndose además el vino que consuman unos y otros durante el trabajo”.
El vino formaba parte de la cultura del trabajo, y así siguió siendo durante muchos años, hasta hace muy poco. No se trataba sólo de beber vino durante el desayuno, sino de ir bebiendo vino mientras se trabajaba, en jornadas que duraban más horas que hoy en día y en condiciones muy duras.

El vino era la energía del jornalero durante la jornada de trabajo. No hace tanto, el agua no era garantía de salubridad. Me explico. En épocas en las que no había las condiciones higiénicas del presente, los episodios de contaminación de pozos o de cisternas o de acuíferos eran más habituales de lo que nos imaginamos.

Sólo es necesario que leamos los informes de los médicos higienistas de finales del XIX, que no se cansan de denunciar el poco cuidado que los municipios tenían a la hora de abastecerse de pozos infectados y, a menudo, la cosa terminaba mal. Por todo ello, no es de extrañar que Joan Asens, en su imprescindible ‘Guía del Priorat’, dejara escrito lo siguiente: “Los prioratinos consideraron siempre el vino una bebida sana y reconfortante, y difícilmente han aceptado, incluso en momentos críticos, que pueda representar un peligro para la salud”. Dejémoslo claro, por si queda alguna duda. El vino, en el Priorat, es como el aire que se respira.